El fin del mundo… y más allá el Atlántico: la costa vicentina y el suroeste alentellano (Portugal)

El litorial que rodea el Cabo de San Vicente y el suroeste del Alentejo conforma una de las franjas costeras mejor conservadas del continente, escapando a la frecuente urbanización masiva que ha acompañado el desarrollo de las actvidades turísticas, lo que ha conducido a su conservación por medio de la creación del ‘Parque Natural do Sudoeste Alentejano e Costa Vicentina’. Aquí se concentran especies vegetales y faunísticas de gran interés, con endemismos que han ocupado hábitats que son fruto de singulares enclaves naturales. Su geología, con pizarras, calizas y areniscas, configura una costa acantilada que es hoy uno de sus principales atractivos y reclamos para el turismo, con una gran diversidad de playas de inusitada belleza agreste. El interior no está muy poblado, aunque de norte a sur encontramos núcleos que paulatinamente ocuparon un territorio que fue complejo tanto para el desarrollo de una agricultura tradicional, con los molinos de viento instaurándose como sus representantes materiales, como por la piratería que asolaba frecuentemente sus costas. La fortaleza de Sagres, del siglo XV, ligada al Infante de Sagres Enrique el Navegante, es el gran hito de la cultura marítima portuguesa en la zona, junto con la proximidad del faro de Sagres testigo del tránsito entre el Mediterráneo y el Atlántico.

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